miércoles, 11 de marzo de 2009

De la mente-consciencia y cerebro...

¿NUESTRO RAZONAMIENTO MORAL ESTÁ INCORPORADO EN EL CEREBRO?

ÉTICA DEL CEREBRO

En pocas líneas me permito hacer una presentación en torno a la importancia de la llamada Neuroética y la forma como la Bioética puede abordar interrogantes propios de su que hacer. Este tema, a mi forma de ver, encierra gran interés para la Bioética, dado que su objetivo central es la ética y los modos morales de asumirse el hombre, frente a comportamientos y situaciones que exigen evaluación cognitiva. En consecuencia, me permito proponerlo como tema de Investigación para ser desarrollado en el Instituto Borja de Bioética, en mi condición de Especialista y Master en Bioética.

Presentación.-

La Neurociencia es una disciplina que ha experimentado un creciente interés en todas las áreas del conocimiento, debido a que está proporcionando elementos claves para entender el funcionamiento del cerebro.

La aparición de las técnicas modernas de neuroimagen en los años 70 es lo que ha permitido monitorear las funciones cerebrales en el humano de manera segura y a la vez más detallada y cuantitativa. Estos avances provocaron una revolución en los diagnósticos médicos y estimularon el desarrollo de otras técnicas de imagen, particularmente la Tomografía por Emisión de Positrones[1] (PET) y la Resonancia Magnética[2] (MRI).

La aparición de la PET y de la MRI proporcionó a los investigadores una oportunidad única de analizar los componentes neurobiológicos de los comportamientos humanos.

El resultado ha sido la creación de una nueva disciplina científica conocida como la Neurociencia Cognitiva[3] y, más recientemente, también la llamada Neurociencia Social, que con sus programas múltiples abarca virtualmente todos los aspectos del comportamiento humano tanto sano como enfermo.

Korbinian Brodmann[4], uno de los pioneros del estudio de la organización macro y microscópica del cerebro humano, dijo, «efectivamente, abundan las teorías que recientemente, como la frenología, intentan localizar la compleja actividad mental asociada a la memoria, la voluntad, la imaginación, la inteligencia o las cualidades espaciales tales como el aprecio de la forma y de la posición de las zonas corticales circunscritas.» Y continuó diciendo, «estas facultades mentales son nociones utilizadas para designar compuestos altamente elaborados de las funciones mentales [...] que uno no puede considerar de otra manera que como una infinitamente compleja interacción y cooperación de numerosas actividades simples [...] Para cada caso en particular [estas] suponen que diversos loci funcionales básicos están activos en diferente número, en diferente grado y en diferentes combinaciones.» Sin minimizar dichas actividades, Brodmann continuó, «son el resultado de la función de una gran cantidad de sub-órganos repartidos, más o menos ampliamente, sobre la superficie cortical»

La tarea de los investigadores es ahora, identificar la red de regiones del cerebro y su relación con la ejecución de una tarea específica. Adoptada por la comunidad de los investigadores de la neuroimagen funcional, complementada por los numerosos estudios neuropsicológicos sobre las lesiones cerebrales y las alteraciones del comportamiento, y por los estudios neurofisiológicos y neuroanatómicos en animales de laboratorio y progresivamente con trabajo en humanos.

Ahora, la relación entre neurociencia y ética, aparece en el panorama científico la Neuroética que centra su investigación, en torno a la temática de si existe un «centro» ético en el cerebro o si los descubrimientos sobre el cerebro deberían imponer cambios en la legislación, en la valoración probatoria en los procesos judiciales.

Los investigadores han comenzado a interesarse en las implicaciones éticas, sociales y de política pública de los avances neurocientíficos en el año 2002, a través de la publicación de artículos en revistas con comité editorial y de volúmenes especiales de las publicaciones, y de la participación en el primer congreso formal sobre el tema, «Neuroethics: Mapping the Field» (La Neuroética: un panorama del campo)

Este campo ha crecido extraordinariamente desde entonces. La cantidad de artículos científicos publicados sobre el tema de la Neuroética en 2005 casi cuadruplicó la cifra del año 2002. También se multiplicaron los congresos sobre Neuroética trajo consigo a pensadores de otras ramas de la ciencia, el derecho e incluso la religión. Varias de estas reuniones y publicaciones contribuyeron de forma importante a definir los problemas y los aspectos clave de este versátil campo en el año 2005.

La aparición del libro The Ethical Brain (El cerebro ético), por Michael S. Gazzaniga[5] (Dartmouth College), líder en el campo de la investigación de las relaciones entre el cerebro y la mente. Que Harper Collins reeditará en mayo de 2006, Gazzaniga examina los problemas Neuroéticos durante toda la vida de un individuo, desde el desarrollo fetal hasta la vejez; cómo están contribuyendo las neurociencias a redefinir lo que se entiende como memoria; cómo pueden afectar estos hallazgos a la base del sistema legal y, finalmente, la información que proporcionan las neurociencias sobre la naturaleza del razonamiento moral y las implicaciones que tiene todo esto para comprender qué es lo que nos hace humanos.

La reunión «Hard Science, Hard Choices: Facts, Ethics and Policies Guiding Brain Science Today» (Ciencia pura, elecciones difíciles: hechos, ética y políticas que guían actualmente las neurociencias) se llevó a cabo en la Biblioteca del Congreso, en Washington, D.C

Los organizadores de la reunión, Gerald Fischbach, decano de la Columbia Medical School, y Ruth Fischbach, directora del Centro de bioética de Columbia, eligieron estos campos debido a su rápido desarrollo y a que provocan dilemas éticos tanto como los provoca el estudio genómico y sus técnicas.

A primera orden del día, al diagnóstico por la imagen en neurología trató sobre la potencialidad de las técnicas de adquisición de imágenes cerebrales, que se utilizan actualmente para estudiar comportamientos tan diversos como la experiencia religiosa, la toma de decisiones morales, el racismo, la mentira y la inversión financiera. Los participantes estuvieron de acuerdo en que el riesgo de pequeños y grandes malentendidos en este campo es de máxima importancia. Las posibilidades van desde los intentos de manipular las reacciones de los consumidores hasta la idea de que estas técnicas pueden modificar las definiciones en las que se basan los principios morales sociales comunes, y no necesariamente de modo correcto o beneficioso.

El segundo tema de la conferencia, la neurotecnología, trató sobre los dilemas éticos que ya se empiezan a vislumbrar como resultado de la aplicación de nuevas técnicas en la práctica médica. Por ejemplo, ya se utiliza la estimulación cerebral profunda para la enfermedad de Parkinson y está investigándose su aplicación para tratar el dolor crónico y los trastornos afectivos, entre otros. Aunque la estimulación cerebral profunda plantea cuestiones bioéticas más tradicionales, como el acceso a la atención sanitaria, el consentimiento informado y la cobertura de los seguros, esta tecnología afecta a todos los circuitos cerebrales y conlleva un riesgo de consecuencias imprevistas, tanto neurológicas como de comportamiento, ya que aún no se conoce ni siquiera el funcionamiento completo de un solo circuito cerebral.

Una preocupación diferente, pero de igual importancia, que no sólo atañe a la estimulación cerebral profunda, sino también a otras neurotecnologías, como las prótesis neurales, es el riesgo de que la desesperación de los pacientes, el entusiasmo de los investigadores y la presión de los medios de comunicación se combinen para impulsar el desarrollo de aplicaciones que pueden suscitar reacciones negativas de la opinión pública.

Los participantes consideraron la psicofarmacología, el tercer tema de la Reunión, como el campo más difícil para alcanzar acuerdos éticos. Aunque nadie discute que las personas verdaderamente enfermas deben recibir tratamiento, el diagnóstico de las enfermedades mentales suele ser una cuestión de grado y la frontera de la normalidad no está claramente definida. Además, basándose en las investigaciones previas realizadas por Martha Farah, Alan Leshner y otros participantes estuvieron de acuerdo en que hay un punto de controversia cuya importancia no hará sino aumentar: la utilización de fármacos para mejorar el rendimiento mental y no para tratar enfermedades.

La Neuroética se plantea temas tan álgidos y de tanto cuestionamiento ético, tales como el libre albedrío y la responsabilidad de los actos, la fragilidad y poca fiabilidad de la memoria a la hora de declarar en juicios, el funcionamiento cerebral y las creencias éticas y morales. La posibilidad de plantearse postulados éticos universales que al parecer son de carácter innato en todos los seres humanos, por circunstancias que en todas las culturas se comparte, como el asesinato y el incesto y su noción de mal, el hecho de cuidar y no abandonar a los niños, no decir mentiras ni incumplir promesas, y la fidelidad a la familia. Son algunos de los tópicos, que a través de la Neuroética con toda su tecnología son objeto de análisis.

Con los datos y la tecnología que ofrece la Neuroética, nos encontramos frente a interrogantes de carácter bioético, dignos de ser analizados. Estos cuestionamientos:

¿Es posible plantearse una ética universal? ¿El libre albedrío es una ficción? Si aceptásemos que el libre albedrío es una ilusión, ¿se sigue de ahí que no quedaría lugar para la responsabilidad? ¿La capacidad de decidir frente a eventos de riesgo o necesidad está determinada por el cerebro de forma exclusiva? ¿Nos encontramos frente al determinismo neuronal? ¿Las circunstancias sociales no marcan influencia alguno cuando de decidir se trata? ¿Es libre de responsabilidad penal quién se encuentra afectado por una lesión cerebral? ¿Nuestra memoria no es confiable? ¿Es condición innata en el humano, la necesidad de plantearse una creencia religiosa? ¿Los cuestionamientos sobre el propósito y proyecto de vida estarían supeditados a las funciones cerebrales? ¿La información genética no es la única responsable de nuestro constitutivo comportamental? ¿Puede contarse con las Neurociencias como herramientas confiables en materia probatoria penal? ¿El sentido de vida estaría marcado de forma cerebral? ¿La nociones de bien y de mal estarían inducidas por intervalos neuronales? ¿La pregunta en torno a la “buena vida” sería una pregunta a resolverse solo desde la arista que ofrece la Neuroética? ¿Qué tanta importancia tiene para la Neuroética el entorno ambiental y social de las personas? ¿Puede la neurociencia ejercer alguna influencia perdurable en el derecho o el sistema judicial?

Así las cosas, el sin número de preguntas objeto de análisis a la luz de las Neurociencias y en concreto de la Neuroética, permiten esta vez a la Bioética como disciplina aplicada en el terreno de lo ético aproximarse a este nuevo paradigma en la construcción de aspectos fundamentales en el ser humano.



[1] La Tomografía por Emisión de Positrones es una técnica no invasiva de diagnóstico e investigación por imagen capaz de medir la actividad metabólica de los diferentes tejidos del cuerpo humano, especialmente del sistema nervioso central. Al igual que el resto de técnicas diagnósticas en Medicina Nuclear, la TEP se basa en detectar y analizar la distribución que adopta en el interior del cuerpo un radioisótopo administrado a través de una inyección

[2] Es un fenómeno físico basado en las propiedades magnéticas que poseen los núcleos atómicos. La RM permite alinear los campos magnéticos de diferentes núcleos en la dirección de un campo magnético externo. La respuesta a este campo externo depende del tipo de núcleos atómicos, por lo que esta técnica puede utilizarse para obtener información sobre una muestra.

[3] La neurociencia cognitiva, una disciplina que al principio fue dominada totalmente por psicólogos cognitivos. Hoy en día la Neurociencia Cognitiva proporciona una nueva manera de entender el cerebro y la conciencia , pues se basa en un estudio científico que aúna disciplinas tales como la neurobiología, la psicobiología o la propia psicología cognitiva, un hecho que con seguridad cambiará la concepción actual que existe acerca procesos mentales implicados en el comportamiento y sus bases biológicas.

[4] Descubrió que la corteza cerebral humana está estructurada siguiendo los mismos principios generales que en los demás mamíferos y en 1909 publicó su célebre obra “Vergleichende Lokalisationslehre der Grosshirnrinde in ihren Prinzipien dargestellt auf Grund des Zellenbaues”, que trata sobre la localización de las distintas áreas cerebrales, de acuerdo a sus estructuras citoarquitectónicas. Esta obra establece la división de la corteza en 51 áreas y estudia su localización comparativa en diferentes mamíferos. De plena vigencia, constituye la localización topográfica por excelencia cuando nos referimos a un área cortical en cualquier especie animal.

[5] Es un profesor de psicología en la Universidad de California, Santa Barba, donde lidera el nuevo centro SAG para el estudio de la mente.

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